viernes, 15 de marzo de 2013


"PROFESIÓN DE FE" 



"Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, 
y con los labios se profesa para alcanzar la salvación" 
(Rm 10,10).
Para que el año de la fe pueda llevar a todos los creyentes a aprender de memoria el Credo, a recitarlo todos los días como oración, de manera que la respiración se acompase con la fe.


CREDO NICEno-CONSTANTINOPolitano

Creo en un sólo Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y
por nuestra salvación bajo del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para
juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe
una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.


PRESENTADO EL AÑO DE LA FE

PARA EL HOMBRE QUE TIENE NOSTALGIA DE DIOS


Para ir más allá de la pobreza espiritual de un mundo que ya no logra percibir la presencia de Dios: el Año de la fe —querido por Benedicto XVI— y que durará del 11 de octubre 2012,  hasta el 24 de noviembre de 2013, se dirige, por tanto, al hombre que tiene nostalgia de Dios.
El ritmo de este tiempo de gracia fue ilustrado esta mañana, jueves 21 de junio, en la Oficina de información de la Santa Sede, por el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización. Ante todo, sus objetivos. El Año de la fe «pretende sostener —explicó el prelado—la fe de tantos creyentes que en la fatiga cotidiana no cesan de confiar con convicción y valor su propia existencia al Señor». Aunque el testimonio de la fe no es noticia para los hombres, resaltó el arzobispo, «es valioso a los ojos del Altísimo».
Ahora se trata de recuperar su sentido, perdido en un mundo marcado por una crisis generalizada que ha afectado también a la fe misma. Decenios de lo que monseñor Fisichella no dudó en definir «incursiones de un laicismo que en nombre de la autonomía individual exigía la independencia de toda autoridad revelada y tenía como programa “vivir en el mundo como si Dios no existiese”». Esto ha generado una crisis antropológica «que ha dejado al hombre abandonado a sí mismo», dejándolo «confuso, solo, a merced de fuerzas cuyo rostro ni siquiera conoce, y sin una meta hacia la cual destinar su existencia».
De aquí la necesidad de ir más allá. A través de un camino significativamente representado por el logotipo que caracterizará a cada una de las numerosas citas previstas. Es la clásica imagen de la Iglesia representada por una barca navegando sobre olas apenas esbozadas gráficamente. El mástil es una cruz que iza velas sobre las cuales unos signos dinámicos realizan el trigrama de Cristo, IHS. Sobre el fondo de las velas un sol estilizado reúne el trigrama ofreciendo la imagen simbólica de la Eucaristía.